miércoles, 26 de septiembre de 2012

Comprar la felicidad (constelaciones familiares)


           En pleno mes de septiembre podemos ver ya, la venta de adornos navideños en algunas tiendas departamentales, hay quienes no tendrán beneficios como el “aguinaldo” y piensan cómo comprar algo de felicidad en las fiestas navideñas, hay quienes piensan en comprar su felicidad siempre, sin embargo existen otras maneras de vivir y quiero compartir con ustedes una reflexión muy interesante del creador de constelaciones familiares; método extraordinario que, según mi experiencia vivida en mi proceso personal y de otros a lo que he acompañado puede transformar radicalmente tu vida en solo unos minutos, empezando con el cambio de percepción, se puede cambiar el mapa, mas no el territorio.  

“Sí
He insinuado la primera palabra con el comienzo del día en una pareja. ¿Por qué se complace uno con el otro? Porque lo admite tal como es. Esta alegría es contagiosa también para el otro. La palabra que hay detrás es: “Si” . Sí al otro, sí a mí, si a la situación tal como es, y sí a la felicidad.
Claro que a veces se opone algo a la felicidad: cierta idea. Porque en nuestra sociedad hay que pagar por casi todo. Muchos creen que nada gratis, que todo se paga. Por eso empiezan a pagar también por su felicidad. En lugar de mirar al otro y complacerse con él. Buscan su monedero para pagar con él la felicidad.
                Hay en nosotros un impulso que extrae su fuerza de la idea: he de pagar por todo lo que recibo. Sobre todo por la felicidad. Pero cuando se ha pagado bastante hace tiempo la felicidad se  ha desvanecido.
                Esa idea de tener que pagar por todo existe también frente a Dios. Pagamos a Dios la felicidad regalada con grandes sacrificios y peregrinaciones y fundaciones y lo que sea. ¿Se complace él si le pagamos por ello? ¿Le importa qué es lo que creemos estar pagando? Es una idea curiosa.
                Hubo una ves una persona que se había comprado un Mercedes. Pero no le estaba permitido, era una felicidad demasiado grande para él. En su familia sólo se podría comprar Volskwagens, los viejos. Un día, en la autopista alguien chocó contra su coche por detrás. Suspiró con alivio. Por fin había pagado por su felicidad.
                ¿Les suena? Pasa todos los días. Algunos pagan todo el tiempo. Pagan por la felicidad y pagan por la culpa.”
                                                                                                                                                                                                                                           Berth Hellinger

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